EL MATRIMONIO COMO SACRAMENTO


Dejamos atrás los dos textos del Génesis sobre "el matrimonio de los orígenes" o del Paraíso terrenal; las referencias del Nuevo Testamento al "matrimonio de los orígenes", y nos adentramos en el matrimonio en el Nuevo Testamento, es decir, el matrimonio como sacramento.

Antes, vale la pena hacer una aclaración que no está de más: cada vez que hablamos de sacramento, estamos hablando de dos elementos o dos realidades que se unen: el signo y el significado, además de una relación entre uno y otro. Un  signo que significa algo; una relación entre el signo y lo que éste significa.
Puede haber distintos tipos de signos. Por un lado los convencionales, como la bandera y la patria, cuya relación ha sido producto de un acuerdo de los hombres de un determinado país; los naturales, como el fuego y el humo; y sobrenaturales, como los siete sacramentos, que están formados por un signo -el agua en el caso del Bautismo- y la limpieza del alma, consecuencia inmediata del Bautismo.

Bien, ¿el matrimonio “significa” algo? Si se trata de un sacramento, obviamente algo tiene que significar y, como consecuencia, podemos hablar de la sacramentalidad del matrimonio. Si no significa nada, no es sacramento. Hasta aquí es muy sencillo de entender. 

Sin embargo la respuesta no puede ser tan sencilla como parece porque el matrimonio ha tenido fases en su historia: el matrimonio en sus orígenes, el matrimonio después del pecado original y, por último, el matrimonio después de la Redención. No podemos decir que el matrimonio de los orígenes era signo de la unión entre Cristo y la Iglesia, entre otras cosas porque ésta no existía.

El Padre Eterno, de acuerdo con su libre designio de sabiduría y bondad, por el que «decretó elevar a los hombres a participar de la vida divina», creó a Adán y Eva en el estado de justicia y santidad originales. A través de ellos, la invisible vida divina de la que participaban, se hacía visible en el mundo. El plan original era que, en un momento determinado, pasarían de la tierra al cielo.


¿Qué tiene que ver el matrimonio con este plan? La unión conyugal habría sido el medio de propagación no sólo de la vida física, sino también de la inocencia y de la santidad en la  que vivían Adán y Eva; el matrimonio, por lo tanto, es parte integrante del designio salvífico primordial. El amor recíproco del hombre y de la mujer, que se expresa a través de sus cuerpos, llegando a ser también amor fecundo, hecho visible en los hijos, era una «imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre»[1]
Se puede hablar, por tanto, de “cierta” sacramentalidad original del matrimonio. Es muy interesante esta reflexión y poco conocida

Con el pecado original, el matrimonio ya no fue medio de transmisión de inocencia y santidad, y la imagen del amor creador de Dios reflejada en el amor conyugal, palideció. Su relación con el designio divino de salvación quedó muy empobrecida. 
Continuaba siendo medio de propagación de la vida humana, pero presentaba una condición muy diversa de la original. Habrá que esperar al mensaje de los profetas de Israel para que reaparezca el matrimonio como parte del designio salvífico divino. En realidad, habría que decir, para precisar más, los libros proféticos y el Cantar de los Cantares.

En los libros proféticos se coloca al matrimonio bajo una luz nueva, como veremos. No se lo considera sólo dentro de los confines de la pareja de esposos o de la más amplia comunidad familiar, sino que entra “de algún modo” a formar parte de la historia de la salvación, por lo que aparece como imagen de la alianza entre Dios y su pueblo; se convierte en un pacto dentro del gran pacto entre Dios e Israel.

Estamos diciendo que el matrimonio es signo del amor de Dios por el hombre, en orden a su salvación.

Esta relación entre Dios y su pueblo, viene expresada en la Sagrada Escritura con un lenguaje y una terminología matrimonial. Entre el matrimonio y la alianza de amor de Dios y los hombres, se da una analogía, cuya revelación tiene lugar progresivamente hasta llegar a su plenitud, de manera definitiva con Jesucristo.

Por eso, la doctrina de la alianza -Antigua Alianza- forma parte de la revelación de la naturaleza del matrimonio, de su manera de ser. Al revelar la naturaleza y características del amor de Dios por los hombres -de la alianza-, también se da a conocer la naturaleza y características del matrimonio, dado que éste es manifestación de aquella.

---------

¿Preguntas o comentarios?... los leo y respondo.




[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 1604.

Comentarios

  1. Hola buen dia, soy Oscar de Argentina . Quisiera si pueden darme un concejo a serca de mi situacion. Vivo en concubinato con una chica de una iglesia evangelica, yo catolico, tenemos una hija en comun de 3 años, la cual ambos la queremos mucho, la nena ya fue baustizada en la iglesia catolica. La situacion es qe ella quiere casarse por que vivimos en pecado, yo le dije q solo m caso por la iglesia catolica ella acepto en casarse por la iglesia catolica . Pero la cuestion es q yo no m quiero casar por varios motivos y es qe no m atre fisicamente, tampoco por su caracter o su forma de ser tampoco por su religion. Vivo en concubinato con ella por la beba para qe no tenga tanta influencia de su religion y si en definitiva me casaria seria para qe mi hija no crezca con unos padres separados y de seguro qerra qe viva con ella y le infuenciara su secta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Oscar!!! Entiendo perfectamente la situación. Sólo te tienes que hacer una pregunta: ¿me quiero casar, o no? ¿Quiero el matrimonio, o no? Si eliges el matrimonio por la hija, no es verdaderamente matrimonio, es cariño por la hija, por eso tenés que pensar bien las preguntas que te he hecho. Cualquier cosa, a las órdenes.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MATERIA, FORMA Y MINISTRO DEL MATRIMONIO

¿QUE DICE EL NUEVO TESTAMENTO SOBRE EL MATRIMONIO?

LA INDISOLUBILIDAD MATRIMONIAL EN LA BIBLIA