LA INSTITUCIÓN POR CRISTO DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

Como todo sacramento de la Nueva Alianza, el matrimonio ha sido instituido por Cristo, pero ni la Escritura ni la Tradición transmiten una expresión exacta de la cual se pueda deducir en qué momento ha sido instituido.


Por otro lado, el hecho de que el Concilio de Trento, para la definición de la sacramentalidad del matrimonio se apoye en la tradición universal de la Iglesia y no en la Escritura -únicamente se dice que la sacramentalidad del matrimonio se insinúa en Ef 5, 25-32-, ha contribuido a que la teología dejara de interesarse, desde entonces, por el momento de la institución del matrimonio como sacramento.

Casi hasta nuestros días la gran mayoría de los autores se han limitado a citar la autoridad del Concilio de Trento. Tampoco faltan algunos teólogos -hay que decirlo-, tanto antes como después de Trento, que acuden a la Escritura, especialmente a Efesios, para defender, al menos indirectamente, las bases de la sacramentalidad del matrimonio.

Fijada dogmáticamente la cuestión del hecho de la institución del sacramento, tiene menos interés la que hace referencia al momento de esa institución, que había sido particularmente debatida en el período anterior.

A comienzos del siglo XVII, sin embargo, todavía atrae la atención de algunos que la concretan en las bodas de Cana, en la discusión con los fariseos sobre la indisolubilidad, etc
.

Hoy, es afirmación común que la cuestión de la institución de sacramento por Cristo se debe explicar a partir de la naturaleza del patrimonio y de la novedad de la obra de Cristo. «Allí donde se conoce el matrimonio en su profunda significación humana y la obra redentora de Cristo en su poder transformador de todo lo esencialmente humano, la cuestión acerca de la "institución del matrimonio por Cristo” no se plantea acerca de las palabras o mandato de la institución, sino que es más bien una consecuencia necesaria de las verdades mismas ya mencionadas»[1].

La institución del matrimonio como sacramento por Cristo, es, por tanto, una institución por la obra redentora de Cristo, que transforma al hombre en la totalidad de su humanidad. El paso a sacramento de la Nueva Alianza tiene lugar en el momento en el que cesa la Ley Antigua y entra en vigor la Ley Nueva.

Como recreación de todas las realidades creadas, la obra redentora de Cristo devuelve al matrimonio su primitiva pureza. Cristo, en efecto, instituye y confirma expresamente la unidad y la indisolubilidad del «principio»: lo que Dios unió que no lo separe el hombre.

Pero, además, según se señalaba allí también, el modo de obrar de Cristo (particularmente con su presencia en las bodas de Cana, según interpretan la Tradición y la Liturgia) y la doctrina de San Pablo, siguiendo las enseñanzas del Señor dan a entender claramente la elevación del matrimonio del «principio» al orden sobrenatural o de la gracia. Porque como enseña el Concilio de Trento, el matrimonio encierra una significación -la unión de Cristo con la Iglesia- y connota unas propiedades -la unidad y la indisolubilidad- que solo se puede vivir en toda su exigencia con la ayuda de la gracia.

Cristo, al elevar al orden sobrenatural el matrimonio del “principio” y, ponerlo bajo la luz de la unión de Cristo con la Iglesia, hace que se convierta en un signo eficaz que produce la gracia -un sacramento-, a fin de ayudar, en su vida y misión a los esposos.




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¿Preguntas o comentarios?... los leo y respondo.


[1] AUER-RATZINGER, Los sacramentos de la Iglesia, 285.

Comentarios

  1. Buenos días padre, muy feliz Navidad! Quisiera preguntarle lo siguiente: en mi caso tengo un matrimonio de casi 13 años, y lamentablemente no es un matrimonio feliz, sino todo lo contrario con mucha agresión verbal cotidiana y menosprecio a mi persona, hoy por hoy siento la necedidad de alejarme de el pero pido a Dios cuando voy al SatisimoS y en cada instante de oración que me ilumine para saber que hacer. No pudimos tener hijos, y el no va a misas ni a nimgun otro acto religioso. Tengo conmigo a mi madre de 81 apos gracias a Dios, y por ella me aguanto todo. Desde ya muchas gracias por sus consejos y que Dios lo bendiga siempre.

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