LOS ORÍGENES DEL RITO MATRIMONIAL

La obra redentora de Cristo es total, alcanza a todo el hombre en todos sus aspectos, el matrimonio incluido. Por eso, el matrimonio se presenta en el Nuevo Testamento como una realidad nueva, ES decir, como una novedad. Con esto no estamos negando la existencia del matrimonio del Antiguo Testamento ni el de los orígenes, ni la relación entre éste y con el sacramento del matrimonio.

La transformación, y novedad, del matrimonio cristiano consiste entonces, en la elevación del matrimonio de los orígenes al grado de sacramento, como vimos en las clases anteriores. De ahí que el ámbito existencial propio del matrimonio ha de ser la Iglesia al que los cristianos se han incorporado por el bautismo.


El matrimonio es algo sagrado en que interviene Dios, confiriendo a los casados unas gracias que los hace capaces de hacerles vivir «en el Señor» su nueva condición.

Con este convencimiento, ya desde los inicios, los primeros cristianos sintieron la necesidad de dar al matrimonio cristiano una consagración especial con alguna formalidad: la bendición de Dios a la primera pareja era ciertamente una invitación a semejante praxis. ¡Muy interesante!

Por otra parte, también desde bien pronto, se vio la necesidad de «proteger» la celebración del matrimonio con disposiciones encaminadas a eliminar cualquier reminiscencia de los ritos y costumbres paganos contrarios a su dignidad y condición sagrada; también a garantizar la libertad y legitimidad de la celebración, etc.

Se puede decir que, la penetración en el “misterio del matrimonio” aparece, en buena parte, con la liturgia y con el ejercicio de la jurisdicción y potestad de la Iglesia sobre los asuntos matrimoniales.

Con todo, hubo de pasar un largo período de tiempo hasta la fijación definitiva de la doctrina sobre la sacramentalidad del matrimonio.

La elaboración teológica de esa doctrina tendrá lugar en el siglo XIII (principalmente con Santo Tomás); y la definición dogmática, en el siglo XVI (en el Concilio de Trento).

En los primeros siglos se tiene la “conciencia de la sacralidad del matrimonio”, pero no existía una elaboración teológica sobre el concepto de sacramento en general, ni la palabra sacramento se usaba en el sentido restringido en el que se usa actualmente para designar los siete sacramentos de la nueva ley.

Por eso no tiene sentido buscar en los Padres y en los escritores eclesiásticos de los primeros siglos una afirmación como: "el matrimonio es uno de los sacramentos de la nueva ley". 

Los textos del Nuevo Testamento no ofrecen ningún dato sobre la manera de celebrar los cristianos su matrimonio[1].

Tampoco en la primitiva Iglesia se encuentran referencias claras a ritos de bendición del matrimonio. Los cristianos celebraban sus bodas como los demás, es decir, seguían el procedimiento habitual para esos casos en los pueblos y lugares en que vivían. Aunque es evidente que en esos usos había aspectos idolátricos e inmorales de los que los cristianos tenían que prescindir y que, por tanto, no es improbable que en las bodas cristianas existieran algunos ritos y bendiciones específicas: los que correspondían a la consideración de su matrimonio como una realidad sagrada.

Los gestos matrimoniales de los paganos y cristianos eran parecidos, pero el significado de las bodas se situaba en planos muy distintos. De todos modos, según se admite generalmente, hasta el siglo IV no hay fórmulas litúrgicas de bendición en la celebración del matrimonio.

La fórmula «casarse en el Señor» de san Pablo es empleada con significados diversos: en Ignacio de Antioquía equivale a «casarse según el Señor y no según la pasión», y en Tertuliano es «casarse con un cristiano».

En cualquier caso, la expresión «en el Señor» no es un argumento que demuestre la necesidad de un rito de bendición propio, o que sea sacramento.

A partir del siglo IV comienza la ritualización del matrimonio. Además de aparecer la bendición litúrgica de los esposos, la Iglesia empieza a regular el ordenamiento jurídico del matrimonio dando disposiciones para que no se celebre privadamente sino públicamente, in facie Ecclesiae, ante el sacerdote. Con otras palabras, se está diciendo que el matrimonio de los cristianos no es un asunto solamente profano.

En Oriente la celebración «eclesial» del matrimonio se hace universal y obligatoria ya desde el siglo V. Las ceremonias de «coronación» de la novia y de unión de las manos presididas por el padre de familia en el hogar familiar[2], son desde entonces presididas por el sacerdote en la Iglesia.

En adelante, la bendición del sacerdote será necesaria para que el matrimonio sea tenido como verdadero (se abre así paso a la tesis, defendida en el Oriente, por la cual el sacerdote es ministro de1 matrimonio, y del rito de bendición [«coronación»] como sacramento).

En Occidente -también en el siglo V- se hace común el uso de fórmulas litúrgicas de bendición del matrimonio celebrado por el obispo o sacerdote (de las que ya comienzan a existir testimonios en el siglo IV). Esa bendición y presencia del ministro sagrado, en un primer momento, tiene lugar en la casa de los esposos (era el uso de las Galias, Hispania y países celtas) o en la Iglesia (según el uso de Roma y Milán).

Sin embargo, desde el siglo XI el matrimonio ya no se celebra en las casas sino inmediatamente antes de la Misa, en el exterior de la Iglesia. De esta manera se daba publicidad al matrimonio y se aseguraba la libertad del consentimiento que, según explicaban teólogos y canonistas, constituía el matrimonio.

Sin embargo, es en el siglo XVI, en el Concilio de Trento, cuando la asistencia y bendición del sacerdote se exigen de modo esencial.

[1] Para conocer más detalles sobre la ceremonia actual del matrimonio y sus antecedentes históricos, se puede consultar: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/docentes/trabajos/11618_36029.pdf
[2] Desconozco esa liturgia doméstica presidida por el padre de familia. Hoy, la cultura celta conserva esta tradición atándose las manos con una cinta. Al terminar la ceremonia se las desatan. El ritual católico occidental incluye, en la ceremonia, el tomarse la mano derecha para prestar el consentimiento (Ritual del sacramento de la CEA, n. 68, 117). Puede tener su origen en oriente. La coronación de los novios se usa hasta el día de hoy en los ritos ortodoxos, como se puede ver en el link siguiente: https://sites.google.com/site/textosliturgicosortodoxos/trebnik/trebnikmatrimonio 

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