EL MATRIMONIO COMO SACRAMENTO PERMANENTE

En las últimas clases hemos hecho referencia al "Matrimonio como sacramento": autor, definición de la Iglesia, etc. El sentido de esta afirmación exige precisar lo que se quiere decir con el término matrimonio, cuando se afirma que es un sacramento. De acuerdo, es sacramento, como vimos en clases anteriores, pero, sólo en el momento de la celebración, o después en el así llamado estado matrimonial, en la vida matrimonial. ¿Se entiende la cuestión? La respuesta es muy importante.

Vamos a ver, el alcance de esta cuestión -que se remonta al s. XII-XIII- se percibe mejor si se tiene en cuenta que una larga tradición teológica fija su atención preferentemente en la ceremonia del matrimonio, y, por tanto, considera el sacramento como una acción, si se puede decir así, instantánea, transeúnte, pasajera, con una duración igual a la de la ceremonia. 
Como consecuencia de esta teoría, se trata de un signo que cesa una vez manifestado el consentimiento. 
Por el contrario, la otra opinión es que el matrimonio es un estado permanente que, si bien se inicia en una acción que pasa (el acto de celebración), permanece como signo sacramental a lo largo de la existencia matrimonial.
La respuesta al doble interrogante, decíamos, es importante, porque se trata de saber si la acción de Jesús es pasajera o estable, permanente.

Vale la pena aclarar que el matrimonio, como un estado permanente, no consiste en un fluir dinámico que nos llevará a la perfección del matrimonio, cuando este se disuelva por muerte de algún cónyuge. De ser cierto esto, no habría verdadero matrimonio mientras se vaya perfeccionando y enriqueciendo. No, no es una realidad fluyente que se acrecienta con el paso del tiempo. El estado matrimonial es completo: hay o no hay matrimonio.

«Se podría comparar el matrimonio con el bautismo, que también, una vez recibido, deja al bautizado en un nuevo estado -estado de bautizado-, pero no se constituye como sacramento en cada una de las acciones del bautizado»[1].

La Iglesia señala que el sacramento del matrimonio produce en los esposos, una «como consagración» especial en virtud de la cual su matrimonio es el sacramento de la unión de Cristo con la Iglesia. El matrimonio sería un sacramento permanente, no en sí mismo -si se considera principalmente la celebración- sino en su efecto, ya que no sólo es signo eficaz de la unión de Cristo mientras tiene lugar el acto de la celebración, sino que lo es también en el vínculo conyugal permanente surgido entre los esposos por la celebración del matrimonio.

Este es el sentido en que el matrimonio es un sacramento, signo eficaz permanente de la unión Cristo con la Iglesia. 
Es una significación intrínseca al matrimonio y pertenece, por tanto, a su constitución y estructura, hasta el punto de que no puede desaparecer, ni los esposos tienen posibilidad de destruirla.

Esto es muy interesante, porque entonces la significación del sacramento es un aspecto objetivo del matrimonio, independientemente de los sujetos. Algunos creen que han sido fieles y leales en el matrimonio gracias a sus virtudes, olvidándose que la gracia del sacramento es una realidad estable mientras exista el matrimonio.

Como explica Juan Pablo II, «desde el punto de vista de la teología del sacramento, la clave para comprender el matrimonio sigue siendo la realidad del signo con el que el matrimonio se constituye, sobre el fundamento de la alianza del hombre con Dios en Cristo y en la Iglesia: se constituye en el orden sobrenatural del vínculo sagrado que exige la gracia. En este orden, el matrimonio es un signo visible y eficaz. 
Originario en el misterio de la creación, tiene un nuevo origen en el misterio de la redención, sirviendo a la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad.
La liturgia del sacramento da forma a ese signo: directamente durante el rito sacramental, sobre la base del conjunto de sus elocuentes expresiones; indirectamente a lo largo de toda la vida. El hombre y la mujer, como cónyuges, llevan este signo toda la vida y siguen siendo ese signo hasta la muerte»[2].

¿Se trata del carácter sacramental? No, el matrimonio no imprime carácter, pero los teólogos le llaman cuasi carácter, en relación con los sacramentos que sí imprimen carácter.


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¿Preguntas o comentarios?... los leo y respondo.

[1] AUER-RATZINGER, Los sacramentos de la Iglesia, 318.
[2] Juan Pablo II, Alocución 1-V-1983, n. 7

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