INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE SAN JUAN

He comprobado desde hace tiempo el gusto que tiene la gente -cristianos en general- a los cursos de Biblia. Cuando se organizan en alguna parroquia o en otras instituciones, son muchos los que se inscriben. Es lógico porque tenemos necesidad de adentrarnos en la Sagrada Escritura.
En este caso la oferta que puede cubrir una parte de esta necesidad es el evangelio según san Juan. No nos vamos a quedar ahí, sino que al terminar avanzaremos sobre el Apocalipsis y las cartas del apóstol.
Voy a procurar que sea un curso sencillo, de fácil acceso y muy útil para cuando tengamos en la mano el IV° Evangelio.
Estoy abierto a los comentarios y las sugerencias que puedan surgir a lo largo de las clases. Igual, estas serán breves y con ilustraciones.
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La introducción a la Obra de san Juan estudia primero, de modo breve, el contexto histórico en general de la Obra, y después, el marco histórico del siglo I, el contexto histórico de la obra de san Juan, la vida del apóstol y la comunidad que se formó a su alrededor.

El testimonio de la tradición nos dice dos cosas: que san Juan es el autor de los tres escritos –evangelio, cartas y apocalipsis- y que vivió en Éfeso hasta su muerte.

a) Juan autor del Evangelio, las cartas y el Apocalipsis.

Ludovico A. Muratori (1672-1750) descubrió un fragmento en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, que fue, por este motivo, llamado fragmento muratoriano, o fragmento de Muratori, o también llamado canon muratoriano. 
Se trata de la lista más antigua conocida de libros del Nuevo Testamento. Figuran los nombres de los libros que el autor desconocido del fragmento consideraba admisibles, con algunos comentarios.
Está escrito en latín y es datado posiblemente en el siglo II, de allí su gran valor. 
Muratori lo publicó por su cuenta en 1740.

El Canon referido afirma: El cuarto evangelio es de Juan, uno de los discípulos. Cuando sus co-discípulos y obispos le animaron [a escribir], dijo Juan: "Ayunad conmigo durante tres días a partir de hoy y, lo que nos fuera revelado, contémoslo el uno al otro". Esa misma noche le fue revelado a Andrés, uno de los apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio, y que ellos deberían revisárselo. […] Qué tiene de asombroso entonces que Juan continúe mencionando estos rasgos [esenciales de la vida del Señor] también en sus cartas. […] Además, Juan en el Apocalipsis, aunque escribe a las siete Iglesias, se dirige a todas.
Es decir, está diciendo que este canon del siglo II, de autor desconocido, atribuye a San Juan como autor del Evangelio, las cartas y el apocalipsis.

Por su parte, Eusebio de Cesárea (siglo IV), recogiendo tradiciones anteriores, escribe en su Historia Eclesiástica: ¿Y qué diremos de aquel que reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús, Juan, que nos ha dejado un evangelio, aunque confesó que hubiera podido escribir tantos, que el mundo no podría contenerlos? Y él escribió también el Apocalipsis, pero le ordenaron guardar silencio y no escribir las palabras de los siete truenos (que deberían estar dentro del Apocalipsis[1]). También nos ha dejado una carta de muy pocas líneas, y quizá una segunda y una tercera”[2].

b) Además, según la tradición, este discípulo vivió en Éfeso hasta los tiempos de Trajano (98-117).
Así lo trasmite también Eusebio de Cesárea, apelando a los testimonios de Ireneo, Justino, Clemente de Alejandría, Apolonio y Polícrates. 
“Bastarán los testigos para garantizar que entonces Juan todavía vivía, pues ambos son fidedignos y reconocidos en la ortodoxia de la Iglesia. Se trata de Ireneo y de Clemente de Alejandría.
El primero, Ireneo, en cierto momento del libro II de Contra las herejías, escribe lo siguiente: "Y todos los ancianos de Asia que mantienen contactos con Juan, el discípulo del Señor, dan testimonio de lo que transmite Juan, pues permaneció con ellos hasta los tiempos de Trajano".
También el libro III de la misma obra dice lo siguiente: «Pero incluso la iglesia de Éfeso, puesto que la fundó Pablo y que Juan permaneció en ella hasta los tiempos de Trajano, es un testimonio verdadero de la tradición de los apóstoles»”.
Por otro lado, Clemente indica al mismo tiempo (…) «Juan pasó de la isla de Patmos a Éfeso. De allí salía, cuando se lo pedían, a las regiones vecinas de los gentiles, ya fuera para establecer obispo, para dirigir iglesias enteras o para designar algún sacerdote de los que habían sido elegidos por el Espíritu»”[3].

Hasta aquí los datos tradicionales: Juan autor de los libros y residente en Éfeso, del que sería el obispo. 
Sin ánimo de cerrar la información sobre estos dos puntos, lo que sigue viene a confirmar las afirmaciones de la tradición.
Es evidente que los libros atribuidos a Juan no tienen los mismos rasgos formales. Los tres tipos de escritos, evangelio, cartas y Apocalipsis pertenecen a géneros literarios distintos: narrativo, epistolar y profético.
Además, no fueron compuestos homogéneamente, como veremos. Cada uno de ellos fue redactado en un tiempo concreto, respondiendo a unas circunstancias y necesidades particulares de los destinatarios.
Con todo, el mundo cultural al que remiten deja en evidencia referencias de espacio y de conceptos, en concreto: la Palestina del siglo I y el mundo judío-cristiano del Mediterráneo oriental, de finales del siglo I, que se corresponden con lo que la tradición nos dice sobre el corpus joánico:
1. El marco -Palestina- es evidente en la historia que narra el evangelio y en la afirmación del evangelista de ser testigo de los hechos narrados, lo cual responde a la tradición que identifica al autor de estas obras con uno de los primeros discípulos de Jesús.
A este marco se puede añadir también el trasfondo del Antiguo Testamento que aparece en el evangelio y en el Apocalipsis, y que vendría a subrayar las raíces judías de estas obras. No parece que fuesen escritas por un pagano.
2. El mundo helenista -de cultura griega- y la diáspora judía están también ampliamente reflejados en estos libros (en el Apocalipsis, en su marco geográfico, que es precisamente el de Asia Menor; en el evangelio y las cartas, en su lenguaje), lo cual se podría ajustar con la tradición de que Juan vivió en Éfeso y compuso su evangelio al final del siglo I.

Con independencia de los problemas de autenticidad de estas obras, como veremos, el primer elemento mencionado, el marco palestinense del evangelio –y las raíces del Antiguo Testamento– implica conocer el desarrollo de las primitivas comunidades cristianas en la Palestina del siglo I, ya que durante ese siglo ocurrieron una serie de acontecimientos que afectaron a los cristianos que habitaban la antigua tierra de Canaán.
El segundo exige familiarizarse con el mundo judeo-helenista en el Mediterráneo oriental y la situación de los cristianos que trataban de vivir su fe en un mundo hostil, acechados por amenazas de todo género, en su mayor parte externas, pero también en ocasiones nacidas en el seno de la misma comunidad.




[1] “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas” (Ap 10, 1-4).
[2] Historia eclesiástica 6, 25, 10.
[3] Historia eclesiástica 3, 23, 2 ss.

Comentarios

  1. De lo tres Evangelios el deJuan es el que más habla del Amor.Saber más de su Evangelizacion es muy hermoso.gracias Padre.

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