El judaísmo del primer siglo
La muerte de Alejandro Magno (siglo IV a.C.) suele considerarse el inicio de una nueva era en todo el Mediterráneo oriental y el Oriente Medio. Esta época histórica se la conoce como período helenista.
El término
“helenismo” designa generalmente el impacto
de los diversos aspectos de la cultura griega en el mundo no-griego, después de
las conquistas de Alejandro.
Al principio, la
influencia griega sobre Palestina provenía de Egipto, mediante la dinastía de
los Ptolomeos (323 a. C)[1],
helenizados desde Alejandro.
Después, el
centro de gravedad se trasladó a Siria o a los seléucidas, cuando Antíoco III
al cabo de la Quinta Guerra Siria –año 198 a.C.- se apodera de Judea y otros
territorios. Dicha derrota marca el fin de la hegemonía Tolomea.
Este dominio sirio
sobre la Judea se ejerció pacíficamente hasta Antíoco IV (175-164) que se
dispuso a borrar la religión judía de Palestina e imponer el culto a dioses
paganos. Este cambio de actitud provocó la rebeldía de los judíos observantes.
El estallido estuvo encabezado por los Macabeos, en el año 167 a.C., cuya
historia ya conocemos[2]. Derrotado
Antíoco IV los judíos consiguieron la tan ansiada independencia, aunque por un
período breve de 100 años, porque los romanos los invadieron en el 64 a.C.
Entonces, el
pueblo judío también se vio afectado por la nueva situación política y cultural
que trajo consigo el helenismo.
Por un lado, los
judíos, que se habían ido asentando en diversos lugares del Mediterráneo
oriental como consecuencia de guerras y deportaciones, se vieron más expuestos
a la influencia griega que los que habitaban en Palestina. Son los judíos de la
diáspora, o dispersión.
No obstante,
también el helenismo penetró en el territorio de Israel. Allí sus habitantes
tuvieron que defender su identidad ante la presión de los elementos griegos,
aceptándolos o rechazándolos, en mayor o menor grado. Históricamente fue muy
fuerte el impacto heleno en Palestina, y en Jerusalén.
Hay muchos
signos en el Evangelio que demuestran esta influencia. Los libros de historia
de Palestina son aún más explícitos.
Aunque en el
siglo I la mayor parte de la población vivía según las leyes y costumbres de
Israel, no faltaban algunos núcleos de población que se asemejaban a otras
ciudades helenistas de la época y ejercían cierta influencia entre los
habitantes de Palestina.
-Durante el
periodo helenista los judíos que vivían en la diáspora necesitaron adaptarse al
mundo en que vivían. Como consecuencia, aprendieron el griego, la lengua que se
habló en el Mediterráneo oriental hasta la conquista árabe, y tradujeron a esta
lengua sus libros sagrados, que muchos ya no entendían en el hebreo original.
Nace así la conocida
versión de los LXX[3], documento fundamental del
judaísmo helenístico, que expresa el encuentro de la cultura hebrea y griega y que
sirve, indirectamente, como instrumento de proselitismo judío en el mundo
pagano. Será también el texto sagrado del AT que emplearán los primeros cristianos.
Para muchos de estos, la Versión de los LXX era la Biblia.
Filón fue un
judío creyente, de ideas platónicas y ética estoica, que se propuso la síntesis
del helenismo y el judaísmo, tratando de hacer compatible la filosofía
platónica con la Torá. Por eso fue ignorado por el “judaísmo rabínico”[4]. A
pesar de ello su influencia fue notable.
El cuarto
evangelio presenta elementos comunes a algunos conceptos que aparecen en la
obra del filósofo judío. En especial, destaca el uso del término “Logos”, que aparece en el prólogo del
Evangelio de Juan y en la obra de Filón, aunque son dos conceptos distintos.
Filón está imbuido de la filosofía gnóstica, por tanto, dualista. No está claro
si su Logos es un atributo o cualidad de la deidad suprema, o es un dios menor,
intermedio, principio del bien.
Otros puntos de
contacto entre estos dos autores son: el valor de la Escritura, el uso del
simbolismo para designar lo divino (luz, fuente de agua viva, pastor), la idea
de conocimiento de Dios como vida
eterna, etc.
Pero el sentido
y la utilización de estos elementos son distintos en cada autor. Por eso se
piensa que ambos comparten un trasfondo cultural y religioso común,
especialmente, con relación a la tradición sapiencial bíblica.
-Como se ha
dicho, Palestina también se vio influida por la cultura griega, aunque muchos
de sus habitantes mostraron recelo hacia ella. De hecho, se siguió hablando el
arameo.
-No obstante, la
manera de entender y vivir el judaísmo no era uniforme en la tierra de Israel.
Desde la época macabea se habían creado diversas escuelas que dieron lugar a
modos distintos de entender la religiosidad judía. Por ejemplo, los saduceos
eran mucho más permeables a las culturas vecinas y al helenismo.
Junto a las
corrientes fariseas y saduceas, con
las que estamos más familiarizados por los evangelios, existían también otros
grupos o tendencias que no tenían la misma comprensión de la Ley.
Entre estos
estaban los esenios, de los que no
se sabe demasiado. Muchos estudiosos piensan que, cuando el asmoneo Jonatán
asumió en el siglo II a.C. como Sumo Sacerdote, un grupo de esenios, liderados
por el denominado “Maestro de Justicia”, se retiró al desierto a un lugar
cercano al Mar Muerto llamado Qumrán, donde formaron una comunidad de estilo
cenobita[5],
que desaparece con ocasión de la guerra judía a finales de la década de los
sesenta del siglo I d.C.[6].
A mediados del
siglo XX se encontraron allí numerosos manuscritos. Su comparación con los del
Nuevo Testamento ha puesto en evidencia algunos paralelismos y ha llevado a
debatir la posible relación entre los documentos de Qumrán y el IV Evangelio.
En efecto, el
Evangelio de Juan comparte con las obras encontradas en el desierto algunos
elementos, lo que ayuda a situarlo en el mundo palestinense de la época.
Pero con
independencia de algunas semejanzas de lenguaje, sobre todo la concepción dualista de la realidad (luz-tinieblas,
verdad-mentira, espíritu-carne, etc.), en la que los dos mundos contrapuestos
están en conflicto, aunque la victoria es de Dios, el fuerte carácter
apocalíptico de los manuscritos de Qumrán no es comparable en su mensaje con el
del Evangelio de Juan.
[1] Año en que muere Alejandro Magno.
[2] El
valor divino de lo humano hace referencia a la rebelión de los Macabeos en
Modín.
[3] A comienzos del dominio de los Tolomeo hubo un gran
éxodo de judíos a Egipto, primero por la prosperidad y segundo por la
deportación que hizo el “Faraón”. Como consecuencia de esto, hubo una gran
proliferación de comunidades judías en Egipto. Así surgió la Biblia en griego conocida
como la versión de los LXX. Resultó ser un instrumento de proselitismo judío y
como un punto de encuentro cultural con el mundo griego. Se debe tener en
cuenta que en Egipto también se hablaba griego y la influencia helénica se hizo
sentir, sobre todo, desde Alejandría, ciudad fundada por Alejandro.
El nombre responde a la leyenda de su origen. Según ésta, Ptolomeo II (asumió en el 283 a.C.) le pidió al Sumo Sacerdote de Jerusalén unos hombres que hicieran una Biblia en griego para enriquecer su biblioteca. Así llegaron 72 hombres (70 en números redondos), seis por cada tribu, y que fueron distribuidos en celdas separadas en la isla del Faro situada en frente de Alejandría; cada uno de ellos llevó a cabo la versión entera de la Biblia en 72 días y las versiones resultaron milagrosamente idénticas. En realidad, esta versión o historia es apócrifa. La Biblia de los LXX se hizo en Alejandría entre el siglo III y el II a.C.
[4] Inmediatamente después de la destrucción
del Templo se consolidó en Yamnia, tal como veremos en su momento, la línea
farisea reconstituida, que se impuso sobre las demás y dio lugar a finales del
siglo I al “judaísmo rabínico”. Se trata de un judaísmo que pretende ser puro,
estricto, y dispuesto a expulsar de la sinagoga a los cristianos que seguían
acudiendo al templo o a los judíos que no vivan conforme a las tradiciones. Tenían un canon de
los libros del AT más restricto.
[5] Persona que lleva una vida apartada de la
gente. Monje que vive en comunidad. Cenobio es el lugar o monasterio donde se
hace vida en común, con apartamiento del mundo.
[6] Aunque los orígenes
del movimiento esenio siguen siendo discutidos, es posible que también se
deriven del grupo de los “asideos” (santos, hombres dotados de gracia,
anteriores a los macabeos), y muy probablemente estén en relación con la
corriente apocalíptica de la época. Según se dice, de los asideos surgieron los
fariseos y los esenios.
Se sabe poco sobre ellos: observaban el sábado y la
pureza cultual; tenían la Ley como centro de su vida. El Templo debía ser su
lugar de culto, pero lo consideraban profanado por los sacerdotes que lo
atendían porque no eran del linaje de Sadoc (los levitas). A lo largo de su
historia emerge como un grupo de ascetas apartados del mundo y de las ciudades,
cultivando una separación mantenida mediante ritos bautismales. Entre sus
observancias ocupaba un lugar importante una comida sagrada, y la práctica de
una cierta comunión de bienes.
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