Los apóstoles en el siglo I
Fuera de la historia de Juan y de Pedro, y de los dos Santiago[1], militantes en Jerusalén, nada sabemos con certeza acerca de la acción de los demás discípulos o apóstoles de Jesús.
Los numerosos hechos que relatan los evangelios apócrifos, florecieron
a fines del siglo II, pretendieron colmar esta laguna. Pero la Iglesia, con
severa prudencia, no retuvo este testimonio, lo que, sin embargo, no quiere
decir que todo sea absolutamente falso, en líneas generales en lo que sugieren
esos relatos.
Una tradición
antiquísima asegura que los Apóstoles abandonaron la ciudad Santa y se
dispersaron el duodécimo año después de la muerte del Señor, lo cual es
completamente posible, porque esta fecha coincide con la persecución de Herodes
Agripa, en la cual fue ejecutado Santiago el Mayor.
Fue entonces cuando partieron en todas las direcciones para llevar la palabra de Dios a muchos pueblos.
Eusebio, que, según
dice reproduce a Orígenes, y Rufino, que lo traduce retocándolo, pretendieron
saber la zona de acción que obtuvo en el reparto cada uno de los grandes
apóstoles: Juan fue al Asia; Andrés al país de los escitas (Rusia Meridional);
Mateo llegó hasta Etiopía; Bartolomé hasta el interior de la India y Tomás al
reino de los Partos.
[1] En principio hay tres
Santiago: el Mayor, martirizado en el año 44, hijo del Zebedeo. Después está el
hijo de Alfeo, también uno de los doce. Hay quien lo identifica con el tercero,
primer obispo de Jerusalén, autor de la carta católica, hijo de Cleofás y de María
de Cleofás. Se cree que Alfeo y Cleofás son la misma persona. Fue martirizado
en Jerusalén en el año 62.
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