LAS CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS EN EL TRASFONDO DE LOS LIBROS DE SAN JUAN.
El panorama descrito en los párrafos anteriores sirve de trasfondo para comprender mejor los escritos que la tradición relaciona con Juan. Cada obra de este autor responde a una situación particular, como veremos ahora, pero todas participan, en mayor o menor medida, de circunstancias que se dejan entrever en algunos de sus contenidos.
Conflictos con el judaísmo.
Las tensiones
con el judaísmo a raíz de la destrucción de Jerusalén quedaron reflejadas en
los escritos del Nuevo Testamento (por ejemplo, en el evangelio de Mateo[1]), y
de manera especial en el evangelio de san Juan, cuando habla de la
expulsión de la sinagoga[2].
Sobre lo que les
sucedió a los cristianos tras la destrucción del Templo, se debe decir que, a
finales del siglo I, época en la que se sitúa la obra de san Juan, ya se había
consumado la ruptura de los cristianos con la sinagoga. Fue, en buena medida, una de las consecuencias de la derrota de los judíos por parte
de los romanos y la destrucción del templo.
Como se ha
dicho, la línea farisea que se impone en Yamnia después de la hecatombe del 70 –la
palestinense- consolida una visión del judaísmo
más centrada en la defensa de la propia identidad.
En las
comunidades judías diseminadas por las ciudades del Imperio se siguió esta
nueva corriente de judaísmo y sus líderes expulsaron de ellas a quienes se
desviaban de sus tradiciones particulares –entre estos, a muchos cristianos
procedentes del judaísmo– y rechazaron la literatura que no cuadrase con su
pensamiento.
Esta tensión
entre judaísmo y cristianismo queda patente en el cuarto evangelio.
Manifestación de ella es la expresión “los judíos” (aparece 71 veces en el
evangelio), que refleja la ruptura entre la sinagoga y los seguidores de
Cristo.
Se trata de una
expresión que corresponde al lenguaje de una sociedad pagana en la que los
judíos eran un grupo reconocible. Los no judíos la utilizaban para referirse a
este grupo religioso, al que fundamentalmente pertenecían los fariseos, quienes
después del 70 se habían constituido en líderes del judaísmo.
Se debe tener en
cuenta que después del 70 los judíos forman una nación, pero no tiene
territorio propio, por tanto, se los identifica con un grupo de personas que
tienen unas tradiciones y unas creencias religiosas. San Juan habla de “los
judíos”, como ese tipo de gente.
Pero, además, en
el Evangelio de Juan la expresión “los judíos” posee con frecuencia una carga teológica. No siempre tiene un sentido
negativo ni siempre se utiliza de manera unívoca, pero mayoritariamente se
refiere a los dirigentes judíos en
cuanto que primero rechazaron a Jesús y luego se opusieron a los discípulos y
simpatizantes de Jesús, expulsándolos del culto sinagogal.
Este es el marco
histórico que muchos autores presuponen detrás de la referencia de Jn 9, 22: Sus padres dijeron esto porque tenían miedo
de los judíos, pues ya habían acordado que si alguien confesaba que él era el
Cristo fuese expulsado de la sinagoga[3].
Hacemos un
pequeño paréntesis. Esta expresión, “excluido de la sinagoga”, solo se
encuentra en Juan. Parece reflejar no solo una amenaza de rechazo para los
seguidores de Jesús en vida del Maestro, sino también la situación que sigue
después de la reconstitución del fariseísmo, cuando a partir de Yamnia se añadió una bendición a la “Oración de
las 18 bendiciones” (Shemoneh Esreh), una colección de plegarias para rezar
durante el día (mañana, tarde y noche) y que sigue en importancia a la Shemá[4].
Pues bien, en la
duodécima bendición –eufemismo por maldición– se dice: “No haya esperanza para
los apóstatas. […] Perezcan los nazarenos y los minim [‘sectarios’ o ‘herejes’]
en un instante. […] Bendito seas, Señor, que doblegas a los tiranos”.
Es posible que
el término “nazarenos” sea un añadido posterior, pero en cualquier caso no se
excluye que en la palabra minim estuviera
implícita una referencia a los cristianos. Con ese término los líderes judíos
designaban a los apóstatas y herejes. Se les consideraba peligrosos y se
evitaba con ellos todo contacto.
Con la
“bendición” se pretendía que los herejes no pudieran ejercer de lectores en la
sinagoga. Positivamente se sabe que, por influencia de Rabban Gamaliel II[5], a
los cristianos se les designó oficialmente minim a finales del siglo I.
Volviendo a lo
que hablábamos, en el cuarto evangelio la expresión “los judíos”, aunque la
mayor parte de las veces designe a los que rechazaron a Jesús, no tiene un
carácter peyorativo hacia el pueblo hebreo en su conjunto, como dijimos, pero
es bueno volver a aclararlo.
El evangelista
reconoce el papel que tiene el
pueblo judío, pues Jesús afirma con claridad en el diálogo con la samaritana: Vosotros adoráis lo que no conocéis,
nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación procede de los judíos
(4, 22).
En Juan no hay
oposición ni, estrictamente hablando, una sustitución del judaísmo por el
cristianismo. Para el evangelista, la fe en Jesús supone llevar a plenitud las realidades y promesas del antiguo pueblo de
Israel. El pueblo judío ha llegado a su perfecto cumplimiento en la aceptación
de Jesús como el Mesías de Israel.
En todo caso, la
intención de Juan sería mostrar la superioridad del cristianismo sobre el
judaísmo, en cuanto que ha sido sustituido por la nueva fe en Cristo.
La abundante utilización
del Antiguo Testamento por parte del evangelista y el modo en que lo cita
confirma esta actitud, a la vez que manifiesta el sustrato semita del
evangelio. Juan no se entiende sin el Antiguo Testamento y sin el modo en que
era interpretado por la exégesis de su tiempo. Así lo demuestran las técnicas
hermenéuticas judías que utiliza: las citas, modos de decir, temas e imágenes
del Antiguo Testamento que emplea, tanto de los libros históricos y proféticos
como de la literatura sapiencial.
Con todo, la
tensión con el judaísmo explica la tradición, recogida por san Jerónimo, que decía que el Evangelio de Juan fue escrito contra
los ebionitas[6],
unos judeocristianos que seguían fieles a la Ley, para quienes Jesús era un
gran profeta, pero no el Hijo de Dios. Sin embargo, las noticias que tenemos
sobre los ebionitas no permiten conocer su doctrina ni hasta qué punto
influyeron en la intención del evangelista de salir al paso de sus posturas.
Por otra parte,
la aparente oposición al judaísmo y el interés que muestra el evangelio por Samaría y por los samaritanos (4, 7-28)
ha llevado a algunos a sugerir que el cuarto evangelio es un libro escrito para
favorecer la misión cristiana en Samaría, en contra de Judea. Aunque el interés
y la actitud de Juan hacia lo samaritano son positivos, no es esta la razón
última que motiva la redacción del evangelio. En todo caso, las referencias
al mundo samaritano muestran el carácter universal de la salvación obrada por
Jesús.
Las cartas de
Juan no reflejan las tensiones con el judaísmo, sino problemas dentro de la
propia comunidad cristiana.
[1] Escrito después de la caída de Jerusalén,
al menos la versión griega, que se supone posterior a Marcos y Lucas. El primer
texto en arameo pudo haber sido escrito en el año 50. El apunte no especifica
en qué medida el Evangelio de Mateo refleja la tensión entre judíos y
cristianos, producida después de la destrucción del Templo.
[2] Sus
padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, pues ya habían acordado
que si alguien confesaba que él era el Cristo fuese expulsado de la sinagoga
(Jn 9, 22).
[3] La misma expresión aparece en Jn 12, 42: Sin embargo, creyeron en él incluso muchos
de los judíos principales, pero no le confesaban a causa de los fariseos, para
no ser expulsados de la sinagoga, y Jn 16, 2: Os expulsarán de las sinagogas; más aún: llega la hora en la que todo
el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios.
[4] Deuteronomio 6, 4. La oración más
importante de Israel.
[5] Presidió el Sanedrín entre los años 80 y
118.
[6] Ebionita es un término de origen arameo
que significa “hombre pobre”.
[7] Conozco
tu tribulación, tu pobreza -aunque eres rico- y la calumnia de parte de los que
se dicen judíos y que no son más que una sinagoga de Satanás; Mira, te daré a algunos de la sinagoga de
Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; haré que ellos
vengan a postrarse ante tus pies y conocerán que yo te he amado.
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