LOS GNÓSTICOS

En el tiempo en que se escriben "los escritos de san Juan" era evidente el peligro del eclecticismo religioso que acechaba a los cristianos. Una fuerte tentación de fundir en una sola religión todas las creencias de la época: griegas, paganas y cristianas.

Corrientes de pensamiento oriental y tradiciones judías se habían unido a elementos del pensamiento griego dando lugar a una comprensión del hombre y del mundo de gran atractivo para los espíritus.

La influencia que en el Imperio Romano tenían las religiones orientales, las corrientes de pensamiento derivadas del apocalipticismo y de la religiosidad helénica, suponían una amenaza y una tentación para los seguidores de Cristo. De uno y otro ya hablaremos, sobre todo cuando llegue el turno al Apocalipsis.

-En este marco, por ejemplo, parece que se empezó a forjar el gnosticismo. 

No hay acuerdo en establecer su origen o definición, pero bajo el nombre de gnosticismo se incluye una variedad de movimientos de carácter dualista -como común denominador- que creen en un redentor celestial, que vino al mundo para salvar a la humanidad de la esclavitud del mundo material mediante el ofrecimiento a los hombres de un “conocimiento divino” (gnosis).

Estos movimientos religiosos de salvación tuvieron una gran influencia en el siglo II y contra ellos escribieron muchos Padres de la Iglesia.

Las cartas de san Juan muestran cómo entre los cristianos, a quienes iban dirigidas, se habían infiltrado algunos errores que afectaban a la buena marcha de la comunidad. Veremos esos errores al estudiar las cartas.

El tipo de error cristológico de los cismáticos es complejo y no hay acuerdo sobre su naturaleza exacta. Tiene elementos de carácter doceta –cf. más abajo- y podría ser un antecesor de lo que luego aparece en algunos movimientos gnósticos. En cualquier caso, evidencia una conexión entre las cartas y ambientes gnostizantes, al menos gnósticos incipientes.

Por otra parte, tampoco se excluye que el evangelio tuviera como finalidad confirmar la fe de unos cristianos que se veían tentados de entender la figura de Jesús como luego la entendieron algunas corrientes gnósticas, Cerinto y los docetas entre otros.

Si la obra de san Juan se escribió a fines del siglo I, sería lógico pensar que su finalidad fue confirmar la fe de los cristianos, ante el marco religioso amenazante que estamos viendo.

De hecho, san Ireneo recoge una tradición según la cual Juan habría escrito su evangelio contra la herejía de Cerinto, que consideraba que Cristo, un ser celestial, se unió a Jesús el hijo de José en el bautismo y lo abandonó antes de su muerte.

En la misma línea, algunos piensan que la finalidad del evangelista habría sido salir al paso del docetismo (del griego dokein, parecer). Este error, que brota de una concepción negativa de la carne y de todo el mundo material, que también caracterizó más tarde algunas corrientes del gnosticismo, interpretó la encarnación del Verbo como una mera apariencia. Según los docetas, Cristo solo parecía humano. Su cuerpo no sería un cuerpo real sino una apariencia de cuerpo[1].

Así pues, ante estos errores y la polémica suscitada sobre la divinidad y humanidad de Jesús, el evangelista habría querido profundizar en el misterio de la encarnación y muerte de Cristo.

Y ante la posible tentación de huir del mundo por considerarlo como algo malo, se habría propuesto exhortar a los discípulos a afianzar su fe en Jesús, y, unidos a él, salir al mundo para dar testimonio de la verdad. La hipótesis es razonable. En el evangelio aparece claramente la verdad de la encarnación negada por los docetas: Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros (1, 14).

Lo mismo se afirma en las cartas de Juan en las que se denuncian y censuran los errores de los cismáticos que perturbaban la comunidad: En esto conocéis el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Ése es el espíritu del Anticristo, de quien habéis oído que va a venir, y ya está en el mundo (1 Jn 4, 2-3); han aparecido en el mundo muchos seductores, que no confiesan a Jesucristo venido en carne. Ése es el seductor y el Anticristo (2 Jn 7).

-El ambiente religioso de la época y el tipo de lenguaje que utiliza el evangelista -conceptos opuestos- llevaron en el siglo pasado a que Rudolf Bultmann[2], y otros estudiosos con él, consideraran el cuarto evangelio un escrito gnóstico. Ya veremos más adelante algo más sobre esto, cuando estudiemos la recepción del evangelio de san Juan.

Algunos conceptos teológicos en la literatura mandea[3] encuentran eco en Juan[4]. Como más adelante se verá, esta opinión no ha prevalecido, pero manifiesta el carácter helenista en el lenguaje que se refleja en el IV evangelio y, por tanto, un punto de conexión del cristianismo con el mundo pagano en el que se desarrolló.

Pareciera que lo más lógico será pensar que si Juan utiliza el lenguaje más frecuente de los escritos gnósticos, en todo caso será para rebatirlos con sus propias armas y no por adhesión al gnosticismo.


[1] Más aún, afirmaban que Cristo no sufrió en la Cruz ya que su cuerpo no era real sino aparente.

[2] Rudolf Bultmann (1884 - 1976) fue un teólogo protestante alemán. El autor más importante de la última etapa de la denominada "antigua búsqueda del Jesús histórico". Bultmann decide renunciar al Jesús histórico como alguien del pasado, sin importancia, al que no se puede acceder, y centrarse en el Cristo de la fe, que, según él, es lo único que importa.

[3] El mandeísmo es un movimiento religioso, al parecer de tipo gnóstico, que todavía existe en el sur de Irak; algunos vinculan los orígenes mandeos a los seguidores de Juan Bautista.

En cuanto a los escritos man­deos que Bultmann quiere ver en el substrato joánico, hay que decir que es una tesis insostenible si se tiene en cuenta que los es­critos mandeos, tal como nos han llegado, no se remon­tan más allá del s. VII y, por tanto, mal han podido influir en un escrito anterior.

[4] No me queda claro qué conceptos teológicos. ¿Por qué cierto carácter helenista se refleja en el cuarto evangelio, y por tanto, es un punto de conexión con el mundo pagano en el que se desarrolló?

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