AMBIENTE HOSTIL PARA EL CRISTIANISMO
Es decir, en la
primitiva cristiandad había algunos que, viviendo en Éfeso, sólo habían logrado
bautizarse por Juan.
La tradición que
vincula al evangelista Juan con Éfeso y el modo en que es presentado Juan Bautista
en su evangelio, han llevado a algunos autores a suponer que el evangelista
escribió su obra en polémica contra
quienes sobrevaloraban la misión del Precursor: Hubo un hombre enviado por Dios, que se
llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que
por él todos creyeran. No era él la luz, sino el que debía dar testimonio de la
luz.
Esto parece un poco forzado: pensar que el evangelio de san Juan es un texto que trata de colocar a Juan Bautista “en su lugar”.
En su favor
estaría el hecho de que, según el IV° Evangelio, Jesús pasó parte de su
actividad junto al Bautista y de que los primeros discípulos de
Jesús habían surgido del grupo de discípulos del Bautista.
De todas formas,
aunque esto último sea cierto, la defensa de la fe contra esta posible secta –los
mandeos- no es, sin duda, lo que motivó la redacción del evangelio. Su obra
tiene una intencionalidad que va mucho más allá de la supuesta problemática de
Juan el Bautista.
En todo caso, la
presentación que hace de Juan Bautista viene a confirmar la importancia que
tuvo el Precursor en la tradición y catequesis primitivas, tal como lo refieren
los sinópticos y los Hechos, y testimonia, como nos dicen otras fuentes, que
había algunos que siguieran considerando al Bautista superior a Jesús.
Ambiente hostil
Además de estas
tendencias de tipo intelectual, los destinatarios de los escritos de san Juan tuvieron que vivir tiempos donde había otros peligros externos, como la superstición y la obligación de dar culto al emperador y a otros dioses. Este
era el ambiente hostil en el que tenían que vivir los primeros cristianos.
Los Hechos de
los Apóstoles informan que, en Éfeso, a raíz de la predicación de Pablo, se
quemaron cantidades de libros de magia, lo que muestra lo
difundido de las prácticas supersticiosas y esotéricas.
No lejos de la
zona de Éfeso y de las otras iglesias mencionadas en el libro del Apocalipsis
se encontraba la región de Frigia,
célebre por ser el centro de los cultos mistéricos a Cibeles y Atis.
En el Evangelio y
en las Cartas no se perciben las dificultades con las autoridades romanas o
problemas derivados de la superstición, pero en el Apocalipsis se pueden
observar las tensiones causadas por los peligros de sincretismo y por la
hostilidad del Imperio hacia la religión cristiana. Parece que algunos de los
pecados denunciados en el Apocalipsis podrían reflejar los ritos asociados con
cultos mistéricos.
Por otra parte,
a medida que fue cobrando fuerza el culto divino a los emperadores, los
cristianos iban encontrando más dificultades para ser fieles a su fe.
Cuando el
emperador Domiciano (años 81-96) subió al trono, las circunstancias adversas
parece que empeoraron. Sin duda, la presión debió ser fuerte para los
cristianos de Asia Menor.
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