EL EVANGELIO DE SAN JUAN COMO TESTIMONIO APOSTÓLICO

El evangelio de Juan, como los otros evangelios, son el testimonio que dieron los apóstoles de la vida y obra de Jesús.

a) A la hora de establecer cuáles eran las auténticas “memorias de los apóstoles” o recuerdos que, según informa san Justino, eran leídas en las celebraciones litúrgicas, la Iglesia reconoce cuatro evangelios.

Todos ellos tienen en común constituir un testimonio sobre la vida y las obras de Jesús. Y todos ellos tienen la finalidad de mostrar que Jesús es el Mesías, en quien se han cumplido las Escrituras de Israel.

Estos textos podían ser:

-Lc 1, 1-4: Ya que muchos han intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido entre nosotros, conforme nos las transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me pareció también a mí, después de haberme informado con exactitud de todo desde los comienzos, escribírtelo de forma ordenada, distinguido Teófilo, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido.

-testimonio de los apóstoles que se presentaba como “evangelio”. Tal es el caso de los evangelistas que no eran apóstoles, como Marcos. Escuchaban a los apóstoles y lo ponían por escrito. Marcos, en el comienzo de su libro dice: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Es decir, escribían lo que contaban los apóstoles, anunciándolo como Evangelio, o buena nueva.

-pero también podían ser testimonio directo de la vida de Jesús. Este es el caso de los evangelistas apóstoles, como Juan.

Es un testimonio, garantizado por la tradición recibida desde el principio, por quienes habían sido testigos de su vida: Sin embargo, éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombreÉste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.

b) Como los sinópticos, el conjunto del testimonio del Evangelio de Juan, que incluye palabras y milagros (“señales o signos”) de Jesús, pertenece a la predicación inicial (kerigma[1]) de los apóstoles.

Así se deduce del mismo evangelio de Juan, sobre todo si se lo compara con otros textos de la primera predicación apostólica como las que traen los Hechos de los apóstoles: los discursos de Pedro, por ejemplo, como los de san Pablo.

Una síntesis de esta predicación se recoge en los Hechos. Se trata de un discurso de Pedro en casa de Cornelio. Ese discurso contiene los elementos fundamentales del kerigma –predicación de la Buena Nueva- y que tiene un perfecto paralelismo con el Evangelio de Juan.

A grandes rasgos, los elementos comunes fundamentales de ambos textos son los siguientes:

1) Jesús es ungido como Mesías en el bautismo de Juan:

-Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder.

-Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel. Y Juan dio testimonio diciendo: He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece sobre él, ése es quien bautiza en el Espíritu Santo’. Y yo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

2) Manifestación de la condición mesiánica de Jesús por signos y palabras:

-Hch 10, 38b: y cómo pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

-Jn 1, 35-12, 50: Primera parte del Evangelio de Juan –llamado el Libro de los Signos, como veremos-, en la que se presenta a Jesús como el Mesías, a través de sus signos o milagros.

3) Pasión, muerte y resurrección de Jesús:

-Hch 10, 39-40a: Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios le resucitó al tercer día.

-Jn 13, 1-20: Segunda parte del Evangelio de Juan –el Libro de la Gloria-, pasión, muerte y resurrección de Jesús.

4) Apariciones a testigos cualificados:

-Hch 10, 40b-41: y le concedió manifestarse, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.

-Jn 20, 11-21, 25: En los dos últimos capítulos del Evangelio, Jesús se aparece a sus discípulos.

5) Don del Espíritu y misión a los doce:

-Hch 10, 42-43: y nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que a él es a quien Dios ha constituido juez de vivos y muertos. Acerca de él testimonian todos los profetas que todo el que cree en él recibe por su nombre el perdón de los pecados.

-Jn 20, 19-23: Jesús se aparece a los discípulos reunidos en un lugar cerrado y espira sobre ellos su Espíritu y les confiere el poder de perdonar los pecados. Esta escena la veremos más adelante, pero conviene adelantar que, Juan no relata Pentecostés –el Evangelio ya había finalizado-, sino que sopla sobre ellos. ¿Será un anticipo de Pentecostés?

Más pasajes del Nuevo Testamento que manifiestan cuál era el contenido de la predicación apostólica, se encuentran en otros discursos recogidos en los Hechos de los Apóstoles.

En estos textos no siempre están presentes las referencias al ministerio terreno de Jesús, aunque sí aparecen, como elementos esenciales, su muerte y resurrección, su exaltación a la derecha de Dios y su retorno como juez, con la consiguiente llamada al arrepentimiento y a la fe. Esa predicación viene presentada y confirmada mediante textos de las Escrituras de Israel que se ven cumplidas en Jesús. Como se verá, el Evangelio de Juan recoge también todos estos elementos.

Además de la pasión, muerte y resurrección recién aludidos, San Juan presenta la muerte de Jesús como una exaltación, habla de su condición de juez, que volverá al final de los tiempos, y exige una respuesta por parte del hombre que es la fe en Jesús, de quien dan testimonio las Escrituras. Es la óptica propia del relato de Juan.

Por otra parte, el Cuarto evangelio reúne las condiciones de un testimonio apostólico, en el sentido de hacer apostolado, tal como se define al principio de los Hechos: Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.

Como se verá, el autor del evangelio se presenta como testigo de los acontecimientos de la pasión y resurrección, y está entre los discípulos que vieron al resucitado y recibieron de él su Espíritu.

De hecho, lo que se destaca en el IV evangelio es que se trata de un testimonio del Espíritu. Como dice Jesús en el llamado “discurso del adiós” de la Última Cena –oración del Señor, que va de Jn 14, 1 a 14, 31-, será el Espíritu quien les recordará lo que Jesús les dijo.

Además, es, como el de los sinópticos, un testimonio anónimo. En este sentido se diferencia de muchos de los evangelios no canónicos –apócrifos- que refieren en el texto la identidad de su autor: Santiago, Tomás, Felipe, Matías, etc., para validar la autoridad de sus ideas.

Juan, en cambio, no quiere trasmitir su experiencia personal –aunque de hecho la transmite– sino la fe de la primera comunidad apostólica. Es, por ello, el evangelio “según” san Juan, porque es testimonio del único evangelio de Jesucristo, en la versión de este apóstol. Evangelio hay uno sólo; este es bajo la óptica que le da San Juan. Ahora bien, tiene la peculiaridad de que su autor se presenta como el “discípulo amado” de Jesús. Él es el garante del testimonio que da.


[1] Anuncio de una buena noticia; anuncio del Evangelio.

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