LA COMUNIDAD DEL APOSTOL SAN JUAN
Es razonable que la variedad de géneros presentes en los escritos atribuidos por la tradición a Juan, con sus semejanzas y evidentes diferencias, plantee problemas sobre la autoría de estas obras.
Que el evangelio
y las cartas provengan de un mismo autor, o autores cercanos, puede no ofrecer
excesivas dificultades, pero ciertamente el
Apocalipsis presenta muchas diferencias con esos otros escritos y suscita
dudas sobre quién pudo ser su autor. Y, sin embargo, la tradición ha atribuido las cinco obras a un mismo personaje.
Al margen de
esta tradición, la solución aparentemente más lógica, y por ello más tentadora,
consiste en afirmar que se ha identificado a varios autores que se llamaban
Juan, con una figura emblemática, la del apóstol, el hijo del Zebedeo. De
ese modo habrían conferido autoría a diversos escritos heterogéneos (el
evangelio, las cartas, el Apocalipsis).
Esta
explicación, aunque resuelve algunos problemas, choca con otros igualmente
difíciles y también con una tradición que se ha trasmitido
con gran solidez. De manera que parece más adecuado aceptar el marco amplio
de la tradición y ver cómo esta variedad de escritos puede insertarse en ese
marco.
Para este
propósito resulta interesante señalar que, a pesar de las notables diferencias,
el evangelio, las cartas y el Apocalipsis se pueden referir a un ambiente
vital común.
Así:
1. Los
destinatarios del evangelio y de las cartas sufren problemas que de alguna forma también se reflejan en las
comunidades a las que el autor del Apocalipsis se dirige. Cuando hablamos de
comunidades hacemos referencia a los destinatarios de las cartas del comienzo
del Apocalipsis.
2. Por otra
parte, existen algunas coincidencias temáticas
y de vocabulario –especialmente, designar a Jesús como Logos o la referencia
“al que traspasaron”, que solo aparecen en el evangelio y en el Apocalipsis–, por
tanto, acercan estas dos obras.
3. Además, el
Apocalipsis y el IV evangelio comparten un cierto carácter litúrgico. En el evangelio se marcan fuertemente las
festividades judías, reinterpretadas a la luz de la fe en Cristo (así ocurre
con la liturgia del templo, las referencias sacramentales, etc.) y en el
Apocalipsis las revelaciones tienen lugar en el día del Señor (domingo) y se
desarrollan en ambiente cultual.
4. Pero, sobre
todo, desde el punto de vista del contenido ambos escritos –Apocalipsis y
Evangelio- coinciden en el mensaje de fondo: Jesús es el vencedor en el combate entre los “hijos de las
tinieblas” y los “hijos de la luz”, haciendo partícipes de su victoria a los
que se adhieren a la luz y creen en él.
-Muchos piensan,
entonces, que, los testimonios de la tradición y estos rasgos comunes orientan
hacia una comunidad particular que
tenía su propia identidad. Esta comunidad sería precisamente la comunidad que
surgió en torno a la figura del “discípulo amado”, que está en el origen del IV
evangelio y que la tradición identifica con Juan apóstol, y que llamamos
Comunidad Joánica.
Los escritos
joánicos serían un reflejo de la vida
de esta comunidad. Así se explicaría que los diversos escritos se atribuyeran a
Juan, porque, en definitiva, él era la figura y la autoridad apostólica que
estaba detrás de esas obras, aunque él no los hubiera redactado personalmente. Esta
es una solución muy interesante a los que plantean dificultades con el texto
del Corpus Ioanneum.
-Más
específicamente, hay quienes proponen la hipótesis de una escuela
joánica según el tipo de las escuelas de la antigüedad. Estas escuelas eran
conocidas tanto en el ambiente helenista (Pitágoras, Platón, Aristóteles,
Epicuro…) como en el ambiente judío (Hillel, Shammai, Filón…).
La escuela se constituía en torno a su fundador, un personaje o un pensador eminente que aglutinaba a su alrededor un conjunto de discípulos que cuidaban de la tradición. Estos acogían y desarrollaban la doctrina del maestro y a veces seguían también su manera de vivir. Es decir que tenían dos elementos: un personaje y una doctrina.
Aplicando este
modelo a los escritos joánicos, bastantes autores, tanto católicos como
protestantes, piensan que en el origen de esta escuela habría que colocar al
apóstol Juan, hijo de Zebedeo. Suponen también que las experiencias de esta
comunidad han influido notablemente en la forma de presentar a Jesús que tiene
el evangelio.
Se explicaría
así el papel relevante de la figura del discípulo amado y se comprendería cómo
la comunidad habría podido conservar la tradición a través de los años antes de
la redacción final del cuarto evangelio.
Su grupo habría
representado el centro propulsor de la comunidad joánica, esparcida por las
iglesias de las grandes ciudades del Asia Menor: las siete iglesias del
Apocalipsis.
Con todo, de
estas hipótesis se puede llegar a concluciones que parecen posibles:
1) La comunidad hundía sus raíces en el judeocristianismo; 2) La comunidad
sufrió la expulsión de la sinagoga (aunque no hay acuerdo sobre el momento en
que ocurrió esa separación, hasta qué punto llegó y los efectos que tuvo); 3)
La comunidad alcanzó una cristología más desarrollada a partir de una visión
sencilla del Mesías, si bien tampoco se llega a un acuerdo sobre cómo ocurrió.
-Hablando de
cristología, más debatidos son los puntos sobre las tensiones con los docetas
–aseguraban que Cristo poseía un cuerpo aparente, como vimos-, dentro y fuera
de la comunidad, y las relaciones de los cristianos expulsados de la sinagoga
con otros que todavía se mantenían en ella, y con otras iglesias.
Pero yendo al
punto central de la cuestión sobre la Comunidad joánica, esta hipótesis
histórico-literaria de dicha comunidad, permite resolver el problema de la
semejanza y de la diversidad entre los cinco escritos de la literatura de Juan:
las semejanzas habrían de atribuirse al hecho de que proceden de la misma
escuela y están compuestos en la misma comunidad; las diferencias innegables
responderían a las diversas situaciones históricas y a los diversos redactores
de estos escritos.
En cualquier
caso, conviene evitar la radicalidad de las propuestas que tienden a presentar
la comunidad como una secta en confrontación
con otros grupos cristianos. No se trataba de una secta que buscaba la
confrontación. El evangelista y su comunidad no estaban aislados y la
concepción que tenían de Jesús no es la de un grupo sectario que reaccionaba
negativamente a la sociedad en la que vivían.
La cristología
del evangelio tiene afinidades tanto con la de las iglesias de origen palestino
como las de origen helenista. Así lo muestran las confesiones cristológicas y
los himnos de cartas neotestamentarias no joánicas y el prólogo del cuarto evangelio, que tiene
afinidades con el trasfondo religioso general del Nuevo Testamento.
Además, la
relación del Evangelio y el libro del Apocalipsis muestra que no se daba este
aislamiento, pues la terminología y ciertos conceptos teológicos apuntan a una
comunidad joánica vinculada con las comunidades cristianas del Asia romana a
las que se dirige el Apocalipsis (las siete cartas).
No es menos
relevante el hecho de que al final del primer siglo, con el eclipse de la Iglesia
de Jerusalén, el centro de la cristiandad fuera, junto con Roma, Asia Menor, que era la provincia más
cristianizada del Imperio. El autor del Apocalipsis escribe a las siete
iglesias significando con ello su deseo de dirigirse a la iglesia universal.
Teniendo en
cuenta su conciencia de la unidad de la Iglesia, con un destino universal y una
vocación, se hace difícil pensar que el evangelio y las cartas fueran el
producto de una pequeña comunidad con complejo de inferioridad. Más bien
sugiere la misma universalidad que tiene el Apocalipsis.
-Sea lo que
fuere, el ambiente concreto en que se redactó el corpus joánico, su estudio
debe ir unido a los datos de la
tradición. Desde el punto de vista histórico, no se explica que estos
escritos hayan tenido tanto peso y autoridad en la vida de la Iglesia si no
hubiera sido porque tuvieron el respaldo de la tradición apostólica. Es muy
difícil, como vimos, achicar los horizontes de los escritos de Juan.
Por remontarse
al testimonio de los apóstoles, la Iglesia los trasmitió como “verdadero
testimonio sobre Jesús”, distinto del que podían ofrecer otros libros de la
época que no entraron a formar parte del canon.
Buen dia Padre. Mi nombre ed Walter Calzato. Soy antropologo y alumno de la carrera de Teologia en la Orden Dominica. Me encanto su blog. Puedo suscribirme? Gracias. Bendiciones para Usted.
ResponderEliminarBuen dia Padre. Mi nombre es Walter Calzato. Soy antropologo y alumno de la carrera de Teologia en la Orden Dominica. Me encanto su blog. Puedo suscribirme? Gracias. Bendiciones para Usted.
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