EL TEMPLO EN TIEMPOS DE JESÚS

No podemos repasar todo lo que dice el Nuevo Testamento sobre el Templo, porque entre otras cosas nos iremos en detalles o por las ramas, habida cuenta que nosotros lo que queremos es conocer la Biblia. 

Vamos a ver dos escenas de la época de Jesús: la Presentación del Niño en el Templo y la profecía de la destrucción del Templo, incluyendo la destrucción.

La presentación del Niño Jesús en el Templo

Está narrado por san Lucas en el capítulo 2. Tiene una escena previa: la Circuncisión del Señor, operación ritual prescrita en la religión judía[1]​ y que se le hizo a Jesús a los ocho días de nacer -se celebra el 1 de enero-. La presentación tuvo lugar posteriormente cuando se cumplieron los días de la purificación de la Virgen[2].

“Como está mandado en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor"[3]; y para presentar como ofrenda "un par de tórtolas o dos pichones", según lo mandado en la Ley del Señor.

Había por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él. Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Cristo del Señor. Así, vino al Templo movido por el Espíritu. Y al entrar los padres con el niño Jesús, para cumplir lo que prescribía la Ley sobre él, lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, según tu palabra: porque mis ojos han visto tu salvación, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos: luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados por las cosas que se decían de él. Simeón los bendijo y le dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción, y a tu misma alma la traspasará una espada, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones.

Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años de casada y había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día. Y llegando en aquel mismo momento, alababa a Dios y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él”[4]

La fiesta de la Presentación se celebra el día 2 de febrero. Por asociación de actos y simbolismos se celebra el mismo día la Purificación de la Virgen, llamada también fiesta de las Candelas o de la Virgen de la Candelaria.

La Virgen de la Candelaria o de las Candelas, no tiene un fundamento en la Escritura, sino que es posterior, pero su origen no está claro.

[1] Gen 17, 10-14
[2] Lv 12, 2-8
[3] Ex 13, 2.12-13. El rescate de los primogénitos solía hacerse al mes del nacimiento entregando una limosna de 5 siclos -Num 18, 16-. La mujer quedaba impura al dar a luz y debía acudir al Templo al cabo de 40 días para la purificación y debía, a su vez, presentar una ofrenda: una res menor o, si era pobre, un par de tórtolas o pichones: Lv 12, 2-8.
[4] Lc 2, 22-40

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