LA ASAMBLEA DE YAMNIA

 En el terreno político los sucesos que se vivieron en Palestina en la segunda mitad del siglo I, tuvieron consecuencias decisivas para judíos y cristianos.

Después de la muerte del rey Herodes Agripa I en el año 44, Palestina pasó de nuevo a ser provincia romana[1]. Las revueltas se sucedieron constantemente y en el 66 desembocaron en una guerra abierta.

No se vaya a creer que la destrucción del Templo fue un hecho aislado ocurrido en el año 70. Fue una guerra contra toda Palestina que duró cinco años, del 66 al 71.

Nerón envió a Vespasiano y sus legiones para esta campaña. Durante el avance de las tropas romanas, en el año 68, murió Nerón y tras él, vinieron los emperadores Galba, Otón y Vitelio. Finalmente, Vespasiano accedió al trono y encargó a su hijo Tito que continuara con la guerra judía. En el año 70, después de varios meses de asedio, Jerusalén fue conquistada y el Templo destruido.

La destrucción de Jerusalén tuvo una enorme repercusión en el judaísmo. Muchas cosas habían de cambiar, como así ocurrió.

1. Los saduceos –que estaban unidos al sumo sacerdocio y eran colaboradores de los romanos– desaparecieron.

2. Los esenios, al ser destruido Qumrán en el año 68, se unieron a otros grupos: algunos fueron a Masada[2] que sería destruida en el 73.

3. Los celotes[3] siguieron activos en el desierto instando a la rebelión en años posteriores.

4. Los fariseos, en cambio, se reorganizaron en una ciudad de la costa llamada Yabné o Yamnia, al oeste de Jerusalén, bajo la dirección de Johanan Ben Zakkay y centraron su atención en el estudio y la aplicación de la Ley, para salvar la herencia del judaísmo.

A Yamnia se trasladó el “Gran Sanedrín” y la ciudad se convirtió en el centro religioso y nacional de los judíos. Allí se formó una escuela que llegó a ser con el paso del tiempo autoritativa y central para el judaísmo.

No hay datos que confirmen que en esta ciudad se celebrara la así llamada “Asamblea de Yamnia”, en la que se estableciera el canon judío y se determinara la exclusión de los cristianos de las sinagogas[4].

Sí parece, en cambio, que durante este tiempo en Yamnia se discutió la canonicidad de algunos libros de las Escrituras –siete de los cuales más tarde se acabarían por excluir del canon judío por no estar escritos en hebreo– y se fueron estableciendo los puntos doctrinales que sirvieran para defender la identidad del pueblo en las nuevas circunstancias[5].

En cualquier caso, en Yamnia se consolidó la línea farisea reconstituida –se supone que se refiere a la sinagoga palestinense-, que se impuso sobre las demás y dio lugar a finales del siglo I al así llamado “judaísmo rabínico”.

5. Además de los conflictos con los judíos, las persecuciones que se habían desatado ya contra los cristianos en algunos lugares del Imperio, como por ejemplo en Roma, y la destrucción de Jerusalén en el año 70, tuvieron consecuencias importantes, no solo para la comunidad judía y los cristianos de Jerusalén, sino también para las comunidades cristianas en todo el Imperio[6].

Los cristianos de Palestina, según Eusebio de Cesárea, se refugiaron en Pella (Transjordania) antes del sitio de la ciudad, y, después del 70, según Epifanio, volvieron a Jerusalén.

6. Las relaciones con las autoridades romanas (para quienes los cristianos eran una secta judía) y con los judíos se fueron haciendo más tensas y, por tanto, necesitadas de nuevas respuestas y actitudes.

Durante el “reinado” de Trajano (98-117) se produjeron otras revueltas, sobre todo fuera de Palestina.

En época de su sucesor, Adriano (117-138), en el año 132, estalló la segunda gran rebelión en territorio palestino, capitaneada por Simón Bar Kochba, que fue aplastada tras sangrientas luchas. La región quedó completamente devastada. En el lugar de Jerusalén se fundó la ciudad Aelia Capitolina, habitada por paganos y excluida para los judíos bajo pena de muerte.

[1] Con el beneplácito del emperador, Herodes el Grande gobernó Palestina. A su muerte, se dividió entre sus hijos el territorio: Arquelao, Antipas y Filipos. Arquelao gobernaba Judea, pero era tan dañino que los judíos lo denunciaron y el emperador nombró un procurador dependiente de la Provincia de Siria: Poncio Pilato. Con el advenimiento de Agripa I en el 41, se unifican los tres territorios, pero al morir este en el año 44, Roma vuelve a hacerse cargo de Palestina, hasta la guerra del año 66.

[2] Masada es el nombre que recibe un conjunto de palacios y fortificaciones situado en la cumbre amesetada de una montaña aislada en la región oriental del desierto de Judea, próxima a la costa mar Muerto. Es conocida, además de la fortaleza construida por Herodes el Grande, por su destacada importancia en los finales de la Gran Revuelta Judía, cuando el asedio de la fortaleza por parte de las tropas del Imperio Romano condujo finalmente a sus defensores a realizar un suicidio colectivo al advertir que la derrota era inminente.

Hay una película llamada Masada (Los antagonistas) del año 1981 que trata sobre este hecho histórico.

[3] Los celotes fue un movimiento político-nacionalista del s. I., fundado por Judas el Galileo poco después de nacer Jesús. El nombre se refiere al celo por Yahvé guardado por sus miembros. Fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a con los fariseos o con los saduceos, a quienes acusaban de tener “celo por el dinero”.

[4] Según Daniel Iglesias –cf. Neocatólica-, en opinión contraria a Juan Chapa, la que suele llamarse “Asamblea de Yamnia” tuvo más bien el carácter de una escuela o una academia, instalada en Yamnia entre los años 75 y 117. No consta que tomaran la decisión de establecer una lista de libros. Hay motivos para pensar que el canon de las Escrituras judías no fue fijado de manera rígida antes del final del siglo II.

[5] Antes de Cristo hubo dos versiones del canon del Antiguo Testamento judío: una corta (la de los judíos palestinenses) y una larga (la de los judíos alejandrinos y helenistas). La versión larga incluía siete libros más que la corta. Hay indicios de que los judíos palestinenses también apreciaban y usaban esos libros, aunque no los admitían como canónicos.

Después de Cristo los judíos abandonaron el canon alejandrino y mantuvieron sólo el canon palestinense, el mismo de la Biblia hebrea actual. La Iglesia primitiva utilizó como fuente, sobre todo, la “Biblia de los LXX”, que incluía los siete libros excluidos.

[6] No sé cuáles fueron los inconvenientes que sufrieron las comunidades cristianas en todo el imperio. El apunte de Juan Chapa no lo aclara.

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