LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO

 Los Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán, llamados así por haberse encontrado en cuevas situadas en Qumrán (Cisjordania), a orillas del mar Muerto, son una colección de 972 manuscritos. La mayoría datan del año 250 a.C. al año 66 d.C., antes de la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C.

Los manuscritos están redactados en hebreo y arameo casi en su totalidad, solo con algunos ejemplares en griego. Los primeros siete manuscritos fueron descubiertos accidentalmente por pastores beduinos a finales de 1946, en una cueva en las cercanías de las ruinas de Qumrán, en la orilla noroccidental del Mar Muerto. Posteriormente, hasta el año 1956, se encontraron manuscritos en un total de once cuevas de la misma región.

Algunos de estos manuscritos constituyen el testimonio más antiguo del texto bíblico encontrado hasta la fecha. En Qumrán se han descubierto aproximadamente doscientas copias, la mayoría muy fragmentadas, de todos los libros de la Biblia hebrea, con excepción del Libro de Ester (aunque tampoco se han hallado fragmentos de Nehemías, que en la Biblia hebrea forma parte del Libro de Esdras). Del Libro de Isaías se ha encontrado un ejemplar completo.

Otra parte de los manuscritos son libros no incluidos en el canon del Tanaj -canon bíblico hebreo-, comentarios, calendarios, oraciones y normas de una comunidad religiosa judía que la mayoría de expertos identifica con los esenios. La mayoría de los manuscritos están hoy en el Museo de Israel y en el Museo Rockefeller (ambos en Jerusalén), así como en el Museo Arqueológico de Jordania (Amán). Otros pocos se encuentran en la Biblioteca Nacional de Francia (París), o en manos privadas, como la Colección Schøven (Noruega).

En 2020 el Museo de la Biblia de Washington D. C. anunció que los 16 fragmentos que se hallan en dicho museo son falsificaciones realizadas en el siglo XX.

Los nuevos hallazgos no ponen en duda los miles de fragmentos reales, la mayoría de los cuales yacen en el Santuario del Libro, parte del Museo de Israel.

A lo largo de los años, en la región se han descubierto en distintas circunstancias vasijas de barro con manuscritos bíblicos y otros escritos en hebreo y en griego. Uno de estos hallazgos fue realizado por Orígenes en el año 217 cerca de Jericó, cuando encontró unos manuscritos dentro de una vasija y utilizó algunos de los salmos contenidos allí. Posteriormente, en el s. IX, se supo de otro hallazgo realizado por judíos que informaron de ello a una iglesia cristiana.

Los primeros siete rollos de pergamino, que con certeza proceden de Qumrán, los encontraron por casualidad dos pastores beduinos de la tribu Ta'amireh en 1947 en una de las cuevas mientras perseguían a una de sus cabras. Estos rollos se vendieron (troceados, para aumentar su precio) a dos anticuarios de Belén.

Cuatro de ellos se revendieron por una pequeña cantidad al archimandrita del monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Atanasio Josué Samuel (más conocido como Mar Samuel).

Los tres siguientes terminaron en manos del profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien, dándose cuenta de su valor, los compró en 1954.

Posteriormente, se publicaron copias de los rollos, despertando un interés masivo por parte de arqueólogos bíblicos. La publicación de las copias daría como resultado el hallazgo de otros seiscientos pergaminos y cientos de fragmentos más.

Lo más importante del hallazgo es la antigüedad de los manuscritos, que en su mayoría datan de entre los años 250 a.C. y 66 d.C. Esto los ubica entre los textos más antiguos del Tanaj o Antiguo Testamento bíblico disponibles en lengua hebrea; y también permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judaísmo y del cristianismo. Se cree que los ocultaron los esenios para preservarlos de la guerra de los romanos contra los rebeldes judíos en los años 66 a 71.

Debido a las once cuevas en las que fueron hallados, la denominación de cada fragmento se hizo indicando primero el número de la cueva en la que fue hallado, seguido por la letra Q (o sea 1Q, 2Q, 3Q, etc.).

En febrero de 2017, arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén anunciaron el descubrimiento de la cueva número doce en unas colinas al oeste de Qumrán, cerca de la orilla noroeste del Mar Muerto. ​ Si bien no se encontraron manuscritos en la cueva, se hallaron frascos de almacenamiento vacíos. Estos estaban rotos y se presume que el contenido se retiró con anterioridad. Además, se encontraron hachas de hierro que serían de alrededor del año 1950, lo que da a entender que la cueva fue saqueada.

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